jueves, 9 de febrero de 2012

Asesinados tras décadas de lucha.

La reciente sentencia del juicio al que fue sometido el juez Baltasar Garzón es, cuanto menos, la más clara prueba de lo que es nuestro sistema gubernamental: una farsa plutócrata donde los corruptos y sus esbirros capitalistas dirigen con su yugo y sus mentiras a una clase obrera cada vez más indefensa, menos instruida, con menos libertad y cada vez más integrada a un sistema socioeconómico que tiende a ser la peor colmena que el ser humano pueda concebir jamás.

Asesinados tras décadas de lucha, olvidados tras lustros de enseñanzas sin trasfondo social, reelegados al vacío por una minoría sátrapa al servicio de los peores fascistas que España jamás ha conocido, ridiculizados hasta el punto de no tomarse en cuenta, y por supuesto, vendidos al mejor postor; así han quedado todos los principios de la democracia española tras la resolución judicial.

Principios por los que nuestros padres, abuelos, tíos y familiares derramaron sangre, sudor y lágrimas, y que Baltasar Garzón ha defendido como uno de nuestras últimas esperanzas, han sido quebrantados de forma tan grave como impune.

¿A qué espera la nación para levantarse contra este panorama? ¿A qué estamos esperando trabajadores, luchadores, idealistas, y honrados miembros del proletariado para levantarnos contra esta corrupta y lamentable nación que los hijos del franquismo nos han vuelto a arrebatar? ¿Qué clase de democracia es aquella en la que se juzga y condena a un juez por llevar a cabo un procedimiento erróneo; mientras que asesinos, estafadores, ladrones, vividores, y el conjunto de la escoria más profunda de nuestra sociedad campa incluso por nuestros hogares ayudados por banqueros y grandes empresarios? ¿Es este el país que, por nuestra inactividad, pensamos dejar en herencia a nuestros hijos?

Platón ya mostraba por definición que la democracia es el peor posible de todos los sistemas de gobierno;  conocía la influencia que tenían los plutócratas sobre el pueblo llano, y las carencias que tiene la clase obrera cuando no está instruída; ¿Necesitaremos un nuevo Ernesto Guevara capaz de recordarnos los valores sociales, la educación proletaria, la lucha de clases y ante todo, nuestro ideal de valía, honor o justicia? Bajo un gobierno justo, realmente democrático, preparado, libre de ataduras, y abierto no tendría porqué ser culpado el juez Baltasar Garzón.

Personaje idolatrado hace años por su lucha activa contra la organización terrorista ETA, humillado ahora ante el pueblo que le vio empuñar ley en ristre por culpa de aquellos que antaño le temían.

¿Cuántos Jesús Gil, Ricardo Costa, Iñaki Urdangarín, Francisco Camps y demás ratas ladronas y arrogantes han de robas en nuestras arcas y esclavizarnos para que nosotros les esclavizemos?  ¿Cuántos Miguel Angel Blanco, Martínez Touriño, Marta del Castillo y demás han de morir para que este sistema judicial muera definitivamente? ¿Cuántos republicanos murieron para perder descaradamente lo que conseguimos con la instauración de la democracia?
¿Cuántos Baltasar Garzón, mártires a día de hoy, nos quedan en la recamara para promovernos a conformar otra revolución social, que tanto necesitamos?

Asesinados tras décadas de lucha, así quedan todos y cada uno de los ideales que aún sobrevivían en las mentes e nuestros dirigentes; ya es hora de que el pueblo hable y se rebele de una vez por todas, pues como se dijo en aquella película de George Lucas "Así es como muere la libertad: Con un estruendoso aplauso".

No hay comentarios:

Publicar un comentario